En palabras sencillas, se llama bosque secundario al bosque que crece después que el bosque primario, o bosque original, ha desaparecido, ya sea por corta o por quema.
En Costa Rica hay cuatrocientas mil hectáreas de bosque secundario que, son muy importantes pues ayudan a proteger especies animales y vegetales locales, ayudan a rehabilitar áreas degradadas, fijan el carbono, protegen el suelo contra la erosión y también proporcionan madera y plantas medicinales.
Pero, los bosques secundarios no siempre se les dio la importancia que tienen hoy, ni tampoco fueron contemplados en la Ley Forestal.
Gracias a un proyecto de la Escuela de Ingeniería Forestal del TEC, la Organización de Estudios Tropicales y de las Universidades de Connecticut y Virginia, con la Fundación Mellon, se inició un proyecto de regeneración del bosque secundario en antiguos potreros, abandonados durante las décadas del setenta y ochenta.
El Proyecto Bosques, que tiene ya siete años, consiste en desarrollar el monitoreo de la regeneración de bosques tropicales secundarios, en cuatro parcelas de estudio ubicadas en Sarapiquí.
En ese estudio se llegó conocer mejor estos bosques, con todas sus características, a determinar cuáles bosques secundarios son aptos para la conservación, cuáles para el manejo y aprovechamiento, y cuáles para la investigación.
Uno de los objetivos del Proyecto Bosque es ayudar a que el campesino valore al bosque secundario, pues si bien algunos no son aptos para la madera u otros usos comerciales, sí son muy valiosos para la protección de la biodiversidad, el paisaje, o el turismo ecológico.
Por eso, aunque los bosques secundarios no tienen la belleza ni la enorme variedad de especies de un bosque primario, siguen siendo ecosistemas complejos, que aportan muchos valores ambientales, culturales y económicos.
Colaboración del master Braulio Vílchez de la Escuela de Ingeniería Forestal del TEC